Joven apuñalado en un ataque; la ira del padre: "Estamos viviendo bajo asedio".

Rávena, 8 de noviembre de 2025 – Estaba a punto de repetirse. Pocos meses después del apuñalamiento en la Piazza Duomo, que conmocionó a Rávena y desató un debate nacional sobre la seguridad de los jóvenes, el hijo del ingeniero Francesco Patrizi fue nuevamente víctima de un ataque. Una auténtica emboscada , esta vez en los Jardines de Speyer, una zona conflictiva y vigilada desde hace tiempo por la presencia de grupos violentos. Era media tarde, la ciudad sumida en la aparente calma de noviembre. De repente, el silencio se rompió.
La historia del padre“Mi hijo caminaba hacia su madre, que lo esperaba después de la escuela”, dice Patrizi. “No se había percatado del grupo de chicos sentados en los bancos de mármol, ocultos tras un seto. Había algunos tunecinos y un rumano. El rumano es el mismo que insultó a mi hija el 15 de julio, y para defenderla, mi hijo fue apuñalado por uno de ellos”. Este último está detenido en Caserta; era el líder de una banda desarticulada por la policía. Parecía un capítulo cerrado: el líder tras las rejas, los demás dispersos por distintas comunidades. Pero, evidentemente, los lazos no se han roto. Algunos de esos chicos, hijos de nadie y de demasiado silencio, siguen moviéndose por la ciudad entre la estación, los parques y el centro. Han perdido a un líder, no su ira.
Mi hijo no aceptó el reto, pero...“En cierto momento”, continúa Patrizi, “el rumano se levanta y dice: ‘¿Qué hacen, no me saludan?’. Mi hijo no entiende la indirecta y se aleja hacia el estacionamiento. Lo sigue y le da un golpe en el hombro. Mi hijo le dice que lo deje en paz, y luego, enfadado, le responde: ‘¿Qué te crees, que te tenemos miedo?’. Es entonces cuando el rumano se levanta la camisa y muestra un cuchillo que lleva en la cintura”. El gesto enfurece a los demás miembros de la pandilla. “Un amigo tunecino suyo se acercó a mi esposa y le dijo: ‘Yo no hago lo que él hace, te mato’. ¿Entiendes? No son solo amenazas verbales, son personas que usan cuchillos”. La escena se desarrolla en cuestión de minutos: varias personas llaman al 911, llegan los Carabinieri y la policía local. La intervención evita que ocurra lo peor. La policía está procediendo con las graves amenazas contra los dos jóvenes extranjeros.
El asunto reabre una herida abierta.“Cuando me llamó mi esposa”, continúa Patrizi, “acababa de regresar de un viaje de negocios. Me dijo: ‘Quieren apuñalar a nuestro hijo otra vez’. Sentí que me moría. Corrí a los jardines y los carabineros me dijeron que ya estaban allí. Por suerte, todos resultaron ilesos”. El incidente reabre una herida que parecía cicatrizada. El pasado 15 de julio, en la Piazza Duomo, el joven Patrizi fue apuñalado por un menor tunecino mientras defendía a su hermana pequeña del acoso de un grupo de compañeros. «Pensábamos que habíamos superado ese miedo», dice su padre, «pero no es así. Mi hijo ahora tiene miedo incluso de ir al colegio. Vivimos dentro de la ley; no nos tomamos la justicia por nuestra mano. Exigir legalidad no es fascista».
La marcha silenciosa promovida por PatriziAquel ataque de julio también desencadenó la marcha silenciosa, organizada por el propio Patrizi para poner fin a la violencia juvenil. «Ese rumano es el mismo que provocó el ataque durante la manifestación. Y esta noche, mientras presentábamos la denuncia en la comisaría, gritaba desde su celda, acusando de racistas a los policías: "¡Lo grabé todo!"»
El ingeniero , ahora una figura conocida en redes sociales e invitado en programas como La Zanzara, no oculta su indignación. «Nos dicen que es solo una percepción, pero vivimos en una situación de verdadera inseguridad. Por eso pedimos la intervención del Ejército. He presentado una denuncia ante los Carabinieri. Y que conste: Patrizi no se toma la justicia por su mano; busca la justicia y vive dentro de la ley. Y por eso no es un fascista».
İl Resto Del Carlino




